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¿Quiénes nos mandan de verdad?

Joe Biden, Presidente de los EE.UU,

Joe Biden, Presidente de los EE.UU,

 

¿Quiénes nos mandan de verdad?

Biden se dirige a dar una conferencia de prensa. En una de sus manos sujeta un cuaderno grande; una hoja del mismo tamaño cubre su tapa. Biden, que vive entre Boston y California, con parada y fonda en el reino de la inopia, muestra a las cámaras el texto de la hoja; uno más de sus despistes. Los teleobjetivos capturan las instrucciones; puede leerse: ¡Siéntate! ¡Levántate! Cuando el periodista JHW solicite preguntarte, dale la palabra y respóndele lo que hablamos. Cuando, cuando, cuando; etc., etc., etc. Todo, absolutamente todo, está guionizado, incluso las preguntas comprometidas; es necesario permitir algunas para dar apariencia de libertad de prensa; ya saben ¿Quién elabora los guiones a Biden?

Se oye con frecuencia: ¿Cómo es posible que una persona con serios problemas cognitivos presida el país más poderoso de la Tierra? La respuesta es sencilla: Porque ni pincha ni corta; ¿quién mejor que alguien en su estado de títere perfecto? Si este pobre hombre no manda, ¿quiénes lo harán? Si el titular formal del poder político del trono del Imperio al que pertenecemos es poco más que un monigote intrascendente, ¿quién maneja el poder? Y, pensando en España, ¿quién controla a Pedro Sánchez, si Biden es incapaz de regirse a sí mismo?

Algo que debemos entender los españoles es que Sánchez no traiciona de forma compulsiva a España por amor a la Moncloa, sino para recorrer la parte que le corresponde del camino que lleva a la destrucción de nuestro país. Por cierto, el testigo lo recogió de Rajoy.

Quienes mueven los hilos de Sánchez manejan también los de Biden. El despotismo de Pedro hacia los españoles es directamente proporcional a su sometimiento a los intereses extranjeros. Ni Pepe Botella ni Wellington se fueron nunca de nuestra patria. Las logias se multiplicaron tras su salida, regando de sangre nuestro XIX, tanto en España como en el resto de la Hispanidad, Filipinas incluida, porque Filipinas, como Teruel, también existe.

La abdicación de Juan Carlos fue mucho más que un cambio de rey. Las logias apoyaron al nuevo entronado con condiciones; una de ellas, religiosa: Nunca más se oficiarían ceremonias católicas de Estado, de ahí, los funerales macabros -tenidas: vocablo perfecto para definirlos – en el patio de Armas del Palacio Real de Madrid, para homenajear a las víctimas del Evento Covid 10, dejadas morir, en aras de ese protocolo criminal, inhumano y sacrílego, llamado triaje; en realidad, una bacanal de sacrificios humanos ofrendados a un Moloc redivivo, que admite niños y ancianos en su nueva versión.

El Régimen del 78 anda blanqueando a las logias. Sin ellas y sus respectivas metrópolis foráneas, a quienes se deben a costa del bien común, es imposible entender la deriva española. Los autoproclamados librepensadores forjaron el pensamiento único y crearon sistemas de libertades formales plagados de retórica hueca capaces de embelesar a las audiencias de buena fe. Con esa retórica pervirtieron la recta razón aristotélica, derrumbando las virtudes y principios sobre los que se construyera nuestra civilización e invirtiendo los valores emanados de ella, llamando natural a lo perverso y recto a lo torcido.

No estamos es manos de sinvergüenzas; en comparación, éstos serían entes celestiales. Estamos en manos de seres corrompidos de regeneración imposible, en un régimen igualmente corrompido hasta lo más profundo de su ser.

No hay salvación sin su destrucción. Y, recordemos, que este régimen es una derivada de los centros de poder del Imperio que nos atenaza.

 

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